La pequeñez del hombre

«La Tierra es un punto azul pálido casi perdido en un inmenso mar de estrellas»-Carl Sagan

Pongamos Space Oddity de Bowie de fondo y dejemos por un día la política para dar un paseo por la ciencia, porque además resulta que homenaje a Asimov al final lo ha leído bastante gente (aunque como en casi todas las entradas, sin feedback… ¿hay alguien ahí? :-).

En fin, ahí va un segundo homenaje, esta vez a Carl Sagan y a toda la buena ciencia ficción, con una pequeña crítica de partida: llevan toda la vida engañándonos. ¿Y cuál es la mentira?… pues ni más ni menos que la posibilidad de los viajes interestelares.
La chispa la prendió Julio Verne, pero la bola creció hasta irse de madre durante la guerra fría y la carrera espacial URSS-EEUU, con el clímax en los años 70 tras las misiones Apolo. En realidad, aunque el asunto esté hoy de capa caída, los chavales de treinta y tantos y más hemos crecido con ello: ya en los 80 el mejor regalo que podían hacerme era una nave Tente con sus astronautas en miniatura y el anagrama de la Nasa en el alerón (aún recuerdo a mis padres dándome la caja, así, sin cumpleaños ni nada de por medio).

Me parece fascinante (y entrañable) toda la iconografía de la ficción espacial… desde el Flash Gordon art deco años 30/40/50, a Dune o Star Trek (seguramente la más científica de todas las sagas), pasando por el western espacial de Star Wars, o la reinterpretación que hizo Asimov de la caída del Imperio Romano en la serie Fundación. Por su parte la rivalidad de los actores de la guerra fría no se quedó atrás alimentando esta hoguera, con la propaganda épica soviética en torno a la carrera espacial, no dejéis de echar un vistazo al link: http://www.yuriesfera.net/recursos/carteles/

 

 

Con todas estas historias soñaba despierto en mis años gafapastosos, y de una suerte de paranoia similar se contagiaron todos los seguidores del fenómeno UFO (a todo esto, ¿no es increíble que una cadena pública mantenga los programas de Iker Jiménez y de Miguel Blanco?)… para ellos siempre he tenido dos preguntas: ¿cómo narices explican la influencia de las modas estéticas terrestres sobre los extraterrestres? (ved la evolución de “platillo volante años 50” a “platillo volante años 90”), y, otra muy buena: los dos seres más inteligentes sin salir de nuestro planeta tierra son tan diferentes como un hombre y un delfín, ¿cómo explicar la convergencia evolutiva de dos individuos de planetas diferentes como el Dr. Spoke e Ibarretxe?, o, dicho de otro modo: vaya casualidad que los monigotes alienígenas del caso Roswell tengan justo dos ojitos, una nariz y una boca, dos manitas y 10 deditos… ¿no será que nos creemos el punto final de cualquier forma de evolución?.
Pero he divagado, me calzo el jersey de cuello alto, trato de modular la voz tan fantásticamente como José María del Río, y volvamos a centrarnos en por qué no podemos cambiar de Sol. Para verlo vayamos a los numerajos:
SOBRE LA ENORMIDAD DEL ESPACIO
  • Distancia Tierra-Luna: menos de 400.000 km, unos 30 diámetros de la tierra, poco más de un segundo-luz… no es por quitarles mérito a Von Braun y compañía, pero nuestro satélite está realmente cerca, tanto, que el sistema tierra-luna queda empequeñecido en relación con el propio sol, cuyo diámetro es de 1.400.000 km, lo dibujo a escala:
  • Distancia Sol-Tierra: unos 150·millones de km, esta distancia se ha tomado como Unidad Astronómica (UA), unos 8 minutos-luz. Reduciendo el Sol al tamaño de una esfera de 1m de Ø, la Tierra sería una canica de Ø1cm ubicada a 100m, y júpiter una pelota de Ø10cm a 500m de distancia… si en el parque del Planetario hicieran esta representación del sistema solar a escala nos daríamos cuenta de lo vacío que en realidad está el espacio, mucho más de lo que muestran las ilustraciones de los libros de texto con los planetas alineados tan juntitos :-)
  • Distancia a las “afueras” del sistema solar: cinturón de Kuiper, 100 UA, o 14 horas-luz …10km en nuestro modelo a escala (veo que no cabe en el Tierno Galván).
  • Distancia a la estrella más cercana: Próxima Centauri, 4 años luz.
  • Distancia al planeta rocoso más próximo detectado: CoRoT-7b, 500 años luz
  • Diámetro de la galaxia: 100.000 años luz.
Si a estas magnitudes contraponemos la velocidad del objeto más veloz construido por el hombre (sondas Voyager) que es de 3,6 UAs/año, es decir 0,000570776 la velocidad de la luz, (fueron lanzadas a finales de los años 70 y han alcanzado recientemente el cinturón de Kuiper), nos damos cuenta de que somos un caracol tratando de llegar de Lisboa a Pekín…
Suponiendo que pudiésemos multiplicar por 100 la velocidad de las Voyager, tardaríamos 700 años en llegar a próxima centauri-algo que no tiene mucho interés por tratarse de una enana roja- y 87.600 años en llegar al citado CoRoT-7b. Los números hablan por sí solos ¿no?, a pesar de eso soñar es gratis, y la imaginación de los escritores ha creado el salto al hiperespacio, los viajes a través de agujeros de gusano, o la inmortalidad de los cosmonautas…al fin y al cabo el envejecimiento está programado en nuestro ADN, no será tan difícil desprogramarlo.
Por último, como decía mi profesor de ciencias naturales, “vivimos sobre la nata de un tazón de leche caliente”, la corteza de la tierra tiene entre 10 y 70 km: mira en una esfera terrestre la distancia entre Madrid y Toledo (+o -1mm, dependiendo de tu esfera) y pincha en vertical ese espesor ¡glups!, ya has encontrado el magma.
En cuanto a la tenuidad de la atmósfera respirable: su espesor de unos 12km es, por tanto, respecto a esa esfera terrestre que tienes de sobremesa, como si la envolvieras con film transparente de cocina…¿a que vale la pena ir en bici a los sitios para cuidar el frágil equilibrio del (poco) aire de que disponemos?
Aunque Sagan no lo dijera tan explícitamente, (era un optimista nato), dejar volar la imaginación para identificar nuevos hogares nos debería llevar a pensar en colonizar el Sáhara, Siberia.. o Venus, la Luna, Marte, pero no a salir de nuestro sistema (incluso los intentos de comunicación se topan también con el corsé de la velocidad de la luz, como el mensaje de Arrecibo de 1974, que tardará 25.000 años en llegar al cúmulo de Hércules).

En definitiva, acabaré con moraleja, como las historias del repelente Webster: estamos atrapados en este planeta, más vale que lo cuidemos, porque como mucho podremos salir a dar un paseo por el sistema solar, siempre que decidamos que vale la pena, o abrir bien las orejas en busca de indicios de otras civilizaciones, pero seguramente el ser humano nunca pondrá el pie más allá de nuestra roca flotante… que ya bastante tenemos con retrasar nuestra autodestrucción.

3 comentarios en “La pequeñez del hombre

  1. Me ha gustado mucho tú artículo, leyéndolo me ha recordado (aunque nada tiene que ver, ¿o sí?) a una novela de ciencia ficción dura que leí hace mucho tiempo del ya desaparecido Athur C. Clarke: Rendez-vouz with Rama.Si no las has leido te la recomiendo.

Replica a Juan Murillo Cancelar la respuesta